EL
MOCO.
Quien no habrá reparado
en el poder de un moco. Ese humor espeso y
pegajoso que segregan las membranas mucosas, y especialmente el que fluye por
las ventanas de la nariz, esa materia pegajosa, medio fluida que a veces forma
grumos en forma de pelotilla.
El
moco no siempre es esa suciedad molesta que cuando menos lo esperas, asoma por
los orificios de tu nariz de manera indiscreta insinuándose insidiosamente de
forma inoportuna. Si, ese moco sobre el que tus amigos y amigas hacen mofa y
ponen esa peculiar cara cuando lo ven comparecer. “tienes algo ahí…” “joder tío que cerdo…” “guarro, agg, que asco…” Ese
es el mismo moco que tiene un valor importantísimo en la vida de las personas.
Moco blanco
Señala, tejidos hinchados e inflamados en la nariz
tienden a disminuir el flujo de moco, haciendo que pierda la humedad y se
vuelva espeso y opaco. “Este también puede ser un moco un poco más grueso.
Igualmente puede estar presente cuando tienes un resfriado por virus o infección
sinusal”, indica la Dra. Tylor.
Moco amarillo
Señala que el moco amarillo revela cómo tu catarro o
infección viral puede estar progresando. “En el moco se encuentra una enzima
que contiene una gran cantidad de glóbulos blancos. Las glóbulos blancos se
apresuran a defenderte contra las infecciones microbianas”, añade la Dra.
Tylor. Pero una vez que los glóbulos blancos han batallado contra la infección,
se debilitan, son llevados por el flujo de la mucosa, y soplados o expulsados
por la nariz o por la boca por medio de la tos. Es común que el moco tenga un
tono amarillo, según la Cleveland Clinic.
Moco verde
Si toses moco verde, puede ser una muestra de que tu
sistema inmune está luchando contra una infección bacteriana, indican los CDC.
Pero no asumas que una infección bacteriana es la única razón por la que se
produce el moco verde. Sólo porque es verde, no significa que definitivamente
es una infección. Sin embargo, si continúas tosiendo moco verde durante unos 12
días, los CDC señalan que puede ser buena idea ver a un médico, especialmente
si estás afiebrado y tienes náuseas.
Moco rosado, rojo o sangriento
Por lo general, cualquiera de estos colores significa
que hay sangre en la cavidad nasal. “Gran parte del esputo o mucosidad que
vemos, se deriva de tener pequeñas cantidades de sangre goteando por la
garganta de la parte posterior de la nariz, no de cáncer o una infección grave
como neumonía o tuberculosis”, dice la Dra. Tylor.
Una coloración sangrienta a menudo revela que el
tejido nasal en la nariz, por alguna razón se ha roto, dicen los CDC. “A
menudo, cuando es realmente seco, especialmente en invierno con tanta
calefacción, o en verano con el aire acondicionado, o cuando te soplas mucho la
nariz (por resfriados o alergias), o si hurgas tu nariz, estás en un gran
riesgo de alguna hemorragia nasal”, señala la Dra. Tylor.
Ella también explica que hay una diferencia entre eso,
y el moco sangriento que indica un problema serio. “El esputo rosado verdadero, especialmente
cuando es espumoso, es indicio de una condición rara llamada edema pulmonar, o
agua en los pulmones, que puede suceder si tienes insuficiencia cardíaca o
después de algunas cirugías”.
Moco marrón
Moco de color marrón puede venir de la sangre vieja,
pero también se puede encontrar en los fumadores. “Puede ser en parte debido al
alquitrán o resina al fumar, o incluso a los alimentos que has comido como
chocolate o vino tinto o café”, explica la Dra. Tylor.
Moco negro
Si no eres fumador o usuario de drogas ilegales, los
CDC observan que el moco negro puede significar una infección fúngica grave en
un individuo con un sistema inmunológico comprometido. Es una buena idea ver a
un médico si expulsas moco negro al toser.
Si bien desde el punto de vista médico, el moco habla
mucho de cómo nos encontramos; el moco, en ocasiones hace que nos encontremos
incómodos, tensos, irascibles, enojados, etc., de ello depende el momento de su
aparición y su textura.
Hay mocos, no obstante, que nos llenan de
satisfacción, orgullo y alegría. Tal es, el que yo denomino, el “moco solitario
del semáforo”. Es ese moco al que acudimos casi de manera intuitiva y
recurrente cuando viajamos solos y pillamos un semáforo cerrado.
Instintivamente y tras dejar puesto el punto muerto, alguno de nuestros dedos
penetra en las fosas nasales como si de un taladro percutor se tratase. Ahonda
y profundiza en busca de ese moco diminuto, duro, pegado en una esquina de
nuestras fosas nasales. Probamos primero con el índice, luego con el corazón,
pero nada, no sale. El semáforo ya está en ámbar y hemos de abandonar la tarea.
Nos damos una tregua hasta el siguiente semáforo, que deseamos en rojo. Dejamos
el punto muerto y directos al moco, esta vez con el meñique a contrapelo, en
esa posición imposible. Ya lo tenemos, tiramos de él pero su textura pétrea se
ha hecho una maraña con los pelos de la porreta. Se nos salta una lágrima del
tirón, y al girar la cabeza para lamentarnos, en el coche de al lado, una fina
señorita nos observa con cara de asco. Nos colocamos las gafas de sol, metemos
la primera y quedamos a expensas del color verde del semáforo, pero con un
objetivo en nuestro pensamiento: el siguiente semáforo. Es ahí donde daremos el
matarile definitivo al moco, que aunque se resista y se esconda, será presa de
nuestros dedos. Con el moco, vendrán unos cuantos pelos que habrán de ser
arrancados de cuajo. Moco duro y pelos, será nuestro trofeo de caza y
mantendremos entre los dedos, estrujándolo hasta el próximo semáforo o hasta
nuestro destino, como señal de dominación extrema. Al bajar del coche, lo
arrojaremos sin miramientos a la calzada, con ese regustillo de haberle ganado
una batalla al “moco del semáforo”
No hay comentarios:
Publicar un comentario