miércoles, 5 de julio de 2023

 CUANDO TE HACES VIEJO


Reconozco que hubo momentos interesantes en mi vida. Reconozco también, que por mi vida pasaron personas cautivadoras, inteligentes, intelectuales, escritores y escritoras, artistas y algún que otro genio. Es justo reconocer lo que es verdad.

Reconozco igualmente el tiempo dedicado inaceptablemente a personas que no lo merecían, en un intento de hacer una obra social con la humanidad. No, no lo conseguí. Había olvidado aquél principio que decía, que es imposible ayudar a quien no desea ser ayudado. Lamento que esas personas sigan sueltas por el mundo haciendo daño por doquier, en cierto modo me siento responsable.

Repasé los cientos de fotografías que tengo en mis archivos digitales. Pasé horas en esa tarea de eliminar cualquier imagen de gente dañina la que conocí. Al finalizar el cribado, mis archivos quedaron diezmados, limpios de basura. Sentí un alivio infinito. Como si eliminando esas imágenes hubiese limpiado mi esencia. Pero el tiempo invertido con esa gentuza, ahí quedó, sepultado para siempre.

Las cosas importantes de la vida siempre son registradas en situaciones inesperadas, en momentos intranscendentes en los que no esperas otra cosa que la acción instantánea que estás realizando.

Me contaba una buena amiga que cierto día estaba en la ducha matinal, preparándose para ir al trabajo, y notó, al pasar la mano enjabonada por uno de sus pechos, un extraño bulto que nunca había detectado. Ese día no acudió al trabajo, de pronto navegaba por un mar de dudas e incertidumbres, mientras que un ataque de ansiedad repentino se apoderó de su mente. En los días siguientes tuvo su primer diagnóstico de cáncer. Qué forma tan estúpida y casual toparse con el enemigo.

Y es que todo llega. Todo. Sin embargo, vivimos tan acelerados que pasamos tantas cosas por alto, que súbitamente y sin saber apenas cómo, nos encontramos con nosotros mismos, cara cara, sin nadie al lado, solos; y es ahí cuando siempre suceden las cosas importantes, o mejor dicho cuando las cosas que de algún modo sabíamos de su existencia, las constatamos.

El cuerpo te va advirtiendo de su oxidación a partir de los 35. A esa edad ¿quién piensa en que su cuerpo físico esta comenzado el camino de regreso? Nadie absolutamente nadie. Así las cosas, la naturaleza es sabia y poco a poco vas notando que hay cosas que antes hacías con facilidad extrema y de pronto ya no puedes ejecutarlas tan alegremente.

Haces repaso rápido del tiempo invertido en vano con las personas equivocadas, y, aunque sabes que no es posible recuperarlo, sí puedes mejorar el resto que te que queda por vivir, aunque puede que el azar te tenga reservada alguna sorpresa de última hora.

Ayer después de afeitarme y ponerme un poco de loción en la cara, me puse las gafas para comprobar el apurado de la cuchilla. Si, efectivamente un buen apurado. Sin embargo, no reconocí la imagen que el espejo devolvía de mi persona.

Tras un ligero desvanecimiento, la imagen del espejo se volvió nítida de nuevo. No había nadie más, luego la imagen del espejo era la mía. Me aproximé por observarme más de cerca, pero no había arrugas nuevas. El pelo seguía gris tirando a blanco, como siempre. Pero ahí, justo ahí y en ese momento, supe sin lugar a ninguna duda que ya era UN VIEJO.