martes, 30 de mayo de 2023

 A VECES, EL AMOR SE PRESENTA COMO LADRÓN EN LA NOCHE.

Me gustaban las historias que contaba. Solo tenía que ponerme frente al ordenador y las palabras salían solas como por arte de magia. brotaban ordenadas y con sentido propio. Después del primer párrafo, apenas tenía que fijarme en la ortografía, y la sintaxis. El resto lo configuraba la magia, sin apenas darme cuenta.

Casi todo el mes de mayo, la mesa de mi “despacho” se llenaba de vida. Era el único lugar de la casa donde podía poner el semillero de los tomates, las piparras, los calabacines, los pimientos de padrón…

Los primeros días tan solo se veían pequeños nichos de tierra, sin nada en ellos. En el transcurso de la primera semana, los pequeños nichos iban llenándose de unos brotes en miniatura de apenas un par de milímetros. Todo un milagro de la naturaleza.

En 18 días, el plantón tenía ya una altura considerable, con sus hojas bien formadas y el aroma de las tomateras, tan característico… La mesa del despacho estaba orientada al oeste, así que las plantas recibían el sol desde las 14 horas, hasta el anochecer.

Observaba su crecimiento día a día mientras trabajaba, hasta que las trasplantaba a pequeñas macetas individuales, antes de que fueran a parar a la tierra en la finca, preparadas para la producción de cada año.

Era un molesto placer tener la mesa de trabajo invadida por las plantas que tras un mes y medio más, harían las delicias de muchos paladares. Ese milagro era muy parecido al milagro de escribir relatos. En apenas unos minutos, emergía un relato de unas 555 palabras sin que previamente hubiera pensado ni tan siquiera el tema a tratar.

Y es que la vida está llena de milagros. Uno nunca sabe cuándo ni cómo ni con quién han de surgir esos brotes verdes que tan solo con sol y agua llegarán a ser lo más importante en tu vida.

No, uno no elige a quien amar. El amor se planta delante de ti cuando menos lo esperas, como ladrón en la noche y te convierte en alguien que nunca fuiste, como si nacieras de nuevo como la semilla de un tomate o como las palabras que surgen de tus manos formando un relato.

Ese amor llama a tu puerta disfrazado de persona. En ocasiones, la persona que se presenta, ni siquiera es el “prototipo” que soñabas o deseabas. Tampoco te acompaña en la edad ni en la forma de pensar, pero se planta delante de tus morros de forma milagrosa y tan solo tienes dos opciones:

1.   - Dejarlo pasar

2.   -  Amarrarlo y no soltarlo nunca más

Después de soportar la invasión de la mesa de mi despacho durante más de un mes por esos seres diminutos, que ni hablan ni te aportan más satisfacción que la de verlos crecer día a día, yo he decidido decantarme por a segunda opción.

Subirme a ese último tren, amarrarlo y no soltarlo, aunque me queme las manos, aunque invada mi vida y mi espacio, aunque ponga mi existencia patas arriba. Los milagros no existen, pero de existir, solo suceden una vez.

Hagamos de la vida un pequeño milagro cotidiano. Cultivemos el amor con ese sol y esa agua y observemos si la cosa crece o se seca.

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario