domingo, 12 de febrero de 2023

 

 LA CICATRIZ EN LA CEJA DERECHA

 

Hace tiempo he notado en algunos colegas, un cierto LOOK que antes no se llevaba. Digo antes y quiero decir tan solo hace un puñado de años.

Todos mis amigos de la adolescencia estaban marcados con alguna cicatriz en la cara o en la cabeza. Yo también.

Eran tiempos donde no había tecnología que utilizar, mas allá de las guerras de bolas de nieve (eso sí, con piedras dentro de la bola), las peleas entre barrios, y las mil travesuras que nos inventábamos para no sucumbir en el tedio.

El caso es que yo, hubiera preferido una cicatriz en la cara o en la ceja como mi amigo domingo, eso le daba un aire de tipo duro que lo flipas. La mía, mi cicatriz estaba bajo el pelo y fue de una mala caída en los inviernos heladores que antes se vivían en la ciudad.

 Ahora los jóvenes (y no tan jóvenes) van al estilista para que les haga un pequeño corte de pelo en la deja, y sí eso les da un aire moderno y a la vez de tipos duros.

El día de ayer, convulso para mí, me he pegado una súper ostia, contra el marco de una puerta metálica, si en todo el cuerno derecho. Creo que por fin ya tengo mi cicatriz en la frente, aunque no haya sido de forma muy ortodoxa y ello haya servido de risa y mofa a algunos de mis acompañantes.

Es cierto que la risa floja que se produce en los demás ante una caída o un golpe como el mío, es imposible de aplacar, aunque a ti te duela la ostia y te pueda el ridículo. Es una extraña sensación. Mientras uno brama de dolor, tus colegas se descojonan de la risa.

Es una sensación comparable a esos aseos que tienen algunos bares, que, por tirarse el moco de la moderned, en ocasiones son de imposible acceso. Los hay que tienen las puertas camufladas en la pared, la puerta y la pared tienen el mismo decorado. Preguntas por el baño y camarero, señala a una pared. Al rato percibes la puerta camuflada, cuando estás a punto de mearte encima.

Otros anuncian que se trata del aseo de señoras o de caballeros, con unos símbolos, que parecen jeroglíficos. Al final optas por entrar a cualquiera de ellos.

Lo realmente jodido es cuando ya estás dentro del baño, desenvainas y a media meada, la luz se apaga. Comienzas a mover el brazo que tienes libre para interrumpir la célula foto sensible. Cuando lo has logrado, con tanto movimiento del brazo libre, te das cuenta, que el chorro restante, ha ido a parar a la pared, a los zapatos y al suelo.

Tanta moderned me abruma, aunque eso sí, ahora ya tengo mi cicatriz en la frente

No hay comentarios:

Publicar un comentario