miércoles, 9 de diciembre de 2009

Mirada inquisidora


MIRADA INQUISIDORA

Tras una mirada inquisidora, y un portazo desgarrador, su silueta se desvaneció en instantes.

Me horrorizaba aquella manera de finalizar una añeja relación. Sentí que la perdería para siempre.
Con chándal y zapatillas en chancleta, la cara desencajada y absolutamente desconcertado corrí en su busca.
Percibí si silueta entre el gentío al doblar la esquina de la calle, junto a su casa. Dio una profunda calada al cigarrillo, arrojo la colilla al suelo. Sentí cerrarse el portón de la casa.
Aún se podía percibir su perfume de rosas, ella había desaparecido para siempre. Tomé la colilla humeante entre mis dedos, la acerqué a la boca, aspiré profundamente aquélla bocanada de humo con sabor a cáncer. Mis labios y los suyos se unieron en aquélla maldita colilla por última vez.
Años más tarde siento la penetrante mirada del tiempo a través de los empañados cristales de mi habitación, mientras observo esa lluvia fina caer sobre la gente, equidistante, imperceptiblemente, sin que nada ocurra. Su recuerdo me mortifica.

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