EL CALOR DEL VERANO
El calor no llega. Se instala. Se
adhiere al aire como un pensamiento denso, una promesa mal cumplida. No se le da la bienvenida, solo se le soporta.
La voluntad, como el hielo en el vaso, se rinde sin pelea. Todo lo que parecía
urgente
puede esperar al atardecer.
Dormir es una batalla. La almohada arde, la sábana pesa, el sueño se acorta. Soñamos cosas confusas, húmedas, breves.
La ciudad huele distinta. El asfalto respira calor, como un horno abierto. Todo se cocina al sol: los pasos, las decisiones, la calma.
Hablamos menos. No por falta de palabras, sino por exceso de temperatura. El silencio es una forma de ahorrar energía.
En el trabajo, los abanicos giran como pensamientos vacíos. Las camisas no visten: ocultan el sudor. Las tareas pesan más que de costumbre.
Los cuerpos se miden. Los abrazos se piensan dos veces. El deseo no se apaga, pero se sofoca.
Comemos distinto: cosas frías, cosas simples, cosas que no requieran fuego, ni esfuerzo.
Los niños se ralentizan. El verano los convierte en animales de sombra, en buscadores de agua. Las risas se arrastran como lagartijas por el suelo caliente.
En el bus, nadie habla. El sudor es un idioma común, la incomodidad compartida. Solo el pensamiento de llegar sostiene los cuerpos.
Lo importante se posterga. No se decide nada serio a cuarenta grados. Hoy solo hay energía para elegir entre sombra o sol, entre seguir o sentarse.
Respiramos distinto. El aire entra tibio, sale más caliente. Todo dentro y fuera parece hervir.
Y sin embargo, lo deseamos. En invierno, el frío era una prisión y soñábamos con este infierno voluntario.
Ahora miramos atrás y nos reímos de aquella nostalgia: "Qué lindo el calor", decíamos con los dedos entumecidos.
Somos así: contradictorios, impacientes. Queremos lo que no tenemos, y cuando lo tenemos, ya estamos cansados de tenerlo.
El calor nos desnuda. Nos quita las capas, pero también las máscaras. Nos obliga a ser sinceros en la lentitud, en el mal humor, en la pausa.
Entre vasos de agua y noches sin sueño, descubrimos que el calor no es ni enemigo ni amigo: solo es otro espejo de lo que realmente somos.
También podrás escucharlo en: https://youtu.be/3Ks4yApElug
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