viernes, 27 de enero de 2023

 COMO GESTIONAR BIEN EL CUBO DE LA BASURA

 

No soy de los españoles que tiene un piso en propiedad. Nunca quise tenerlo. Me parecía estar atado de por vida a una hipoteca bancaria y a una misma dirección.

Eso me ha permitido cambiar de residencia cada vez que lo he pretendido, que echando la vista atrás, ha sucedido cada cinco o seis años.

Esta decisión de no tener nada en propiedad, no solo está vinculada a la libertad de mudarme cuando quiero, también tiene tintes ideológicos profundos.

Hace cinco años, vivía en de centro de la ciudad, en un piso de 140 metros cuadrados. Sí estaba encantado. Podía gestionar sobradamente la limpieza y la calefacción y disfrutar de amplios espacios. Sin embargo, no me aportaba nada vivir en el centro, que poco a poco se fue convirtiendo en una tortura para aparcar el coche. Justo cuando me fui, se declaró zona peatonal y exenta de contaminación. La cuenta para circular con mi viejo coche de más de 20 años de antigüedad.

Hoy vivo en un apartamento de 22 metros cuadrados. Consta de dos piezas, un baño de 2 metros cuadrados y el resto, donde está la mini cocina, el salón-dormitorio, separados por un biombo.

Mi cubo de la basura es más pequeño que las bolsas que utilizo, las de 30 litros. Las que he usado toda la vida. Ello me ha permitido reciclar.
Al principio todo va genial, la basura va cayendo en la bolsa holgadamente sin estrecheces.

 Poco a poco se va llenando, sin embargo, la bolsa solo está por la mitad. Entonces trato de aplastarla para que entre más y me pregunto porque no cambio el cubo por uno más grande o compro bolsas más pequeñas. No puedo cambiar el cubo por uno mayor porque no me cabe en el departamento destinado para ello. Y las bolsas más pequeñas me obligan a bajar la basura un par de veces al día.

Un puto dilema. Mi vida siempre ha sido así. Como ese cubo de basura más pequeño que las bolsas. El cubo siempre lleno, la bolsa medio vacía.

Allí donde he amado, no hubo correspondencia. Ella el cubo, yo, la bolsa medio vacía

Allí donde me amaron de verdad, no supe apreciarlo. Yo el cubo, ella la bolsa medio vacía

Hoy intento subsanar la situación. Quiero entregarme a quien perdí, para reparar el daño y para encontrar la justa correspondencia, aunque tenga que cambiar el cubo de la basura, o comprar bolsas más pequeñas.



sábado, 21 de enero de 2023

 CUERDAS DE AIRE

 

He pasado un puñado de años de mi vida atado a ti, encadenado a ti, como con cuerdas irrompibles y resistentes de alto rendimiento. Cuerdas concebidas para la competición, la máxima exigencia y el mejor amarre.

La nuestras, las cuerdas que nos ataban, eran cuerdas de aire, invisibles, evanescentes, de guata bordada, apenas imperceptibles.

Pero cuerdas, a fin de cuentas. Cuerdas que atan, cuerdas que unen, cuerdas que matan.

Uncido a ti he vivido tiempos vertiginosos, trepidantes, donde el valor de la vida no estaba en el tiempo ni en el espacio ni en la atadura tampoco. El valor de la vida en esos años estaba en la idea de que las cuerdas de aire, a la vez que firmes, seguras y resistentes, eran frágiles y duras como el diamante. Cuerdas que había que revisar cada día antes de lanzarte al abismo de la vida para cerciorarse de que el ensogado era perfecto y sin fisuras.

Revisar los nudos no era una tarea sencilla en la jungla de la vida diaria, donde en cada esquina te esperaba un lance, una tentación, una experiencia que te invitaba a vivirla con intensidad, como esos dulces deliciosos que se exhiben en la pastelería de la avenida real; la tarta de Santiago, el tiramisú, la tarta ópera. Pasteles de crema, las canelas… y toda clase de dulces que no puedes tomar porque tu azúcar en sangre, no te lo permite.

La vida te mostraba cada día la forma de romper tu atadura de aire con un nudo ballestrinque en cada muñeca. Sin embargo, fiel a tus sentimientos, agachabas la cabeza para que el nudo se mantuviera firme. A veces las muñecas se presentaban sangrientas por la presión de la cuerda. Curabas la herida sin aflojar la cuerda.

 Aquel jueves, el 24 de noviembre, la cuerda se rompió, No era tu deseo, pero, aun así, la cuerda de aire se esfumó, y, al hacerlo se llevó consigo todo lo vivido y lo soñado en esos años. Todo lo que fue y también lo que pudo haber sido.

Las heridas del ballestrinque sobre las muñecas, dejarán una huella imborrable, para siempre.

Cuanto mejor hubiera sido deshacerse de las ataduras y de los compromisos, de los sentimientos, del amor, de la pasión. Haberlo hecho a tiempo, no dejaría huellas imborrables ni experiencias vividas.

Soltar a tiempo es menos duro y menos doloroso que vivir atado por un sentimiento, aun cuando sea el amor.

sábado, 14 de enero de 2023

 TINTA SECA

Llevo horas detenido ante el papel, con mi pluma preferida en la mano. Noto que la tinta se reseca y cada vez que intento trazar una palabra, he de rascar el plumín contra el papel varias veces. Sin darme cuenta. La rascadura del plumín contra el papel se produce siempre en el mismo sitio, para que la tinta fluya. Se ha roto el papel. ¿se habrá roto la magia de escribir también?

 Alguien muy culto me dijo el otro día una frase, que cuando menos, me ha dejado desconcertado. Su reflexión fue: “ya está todo escrito”. Me pareció más que una reflexión, una sentencia.

De pronto recordé, otros tiempos en los que me producía como fotógrafo. Pertenecía a una cuadrilla de fotógrafos, que estudiábamos las tendencias de la fotografía y a los autores más representativos. Pensábamos que jamás podríamos llegar a su nivel. Alguien entonces dijo: “ya está todo hecho”.

Con el tiempo he visto que ambos postulados son totalmente falsos. Igual pasa con los avances tecnológicos, parece estar todo inventado ya, pero nada más lejos de la realidad. De no ser así, habría llegado la humanidad a su máximo nivel de desarrollo, y podríamos dedicarnos a la vida contemplativa.

Empaparse de lectura ajena es bueno, que digo es necesario, sin embargo, cuando profundizas mucho en asuntos concretos, al final declinas poner palabras seguidas formando frases al alcance de todos, porque tienes la sensación, que mi erudito colega me decía a menudo: “ya está todo escrito”.

Por mi parte he decidido dejar de leer durante un tiempo, y tratar de olvidar lo que escribió ese autor o esa autora. De este modo podré expresar libremente aquello que se me ocurra o lo que piense, con la esperanza de que no lo hayan escrito otras personas con mucha más habilidad o destreza que yo.

Con esa actitud os remito estos “podcast”, que tan solo pretenden haceros pasar un rato agradable, También sé que perderéis un par de minutos de vuestras vidas y de vuestras tareas cotidianas al escucharlos.

Por mi parte, me siento orgulloso de los amigos y amigas que tengo y de todas las personas, que son capaces de dar un clik en mi canal de YouTube y tragarse el “podcast” completo. Ni que decir tiene, que si además de escucharlo, tenéis tiempo de dar un like o hacer un comentario, el ánimo sube, y, aun cuando se corra el riesgo de repetirse, siempre estaré pensando en vosotros y en vosotras.