COMO GESTIONAR BIEN EL CUBO DE LA BASURA
No soy de los españoles que tiene un piso en propiedad. Nunca quise tenerlo. Me parecía estar atado de por vida a una hipoteca bancaria y a una misma dirección.
Eso me ha permitido cambiar de residencia cada vez que lo he pretendido, que echando la vista atrás, ha sucedido cada cinco o seis años.
Esta decisión de no tener nada en propiedad, no solo está vinculada a la libertad de mudarme cuando quiero, también tiene tintes ideológicos profundos.
Hace cinco años, vivía en de centro de la ciudad, en un piso de 140 metros cuadrados. Sí estaba encantado. Podía gestionar sobradamente la limpieza y la calefacción y disfrutar de amplios espacios. Sin embargo, no me aportaba nada vivir en el centro, que poco a poco se fue convirtiendo en una tortura para aparcar el coche. Justo cuando me fui, se declaró zona peatonal y exenta de contaminación. La cuenta para circular con mi viejo coche de más de 20 años de antigüedad.
Hoy vivo en un apartamento de 22 metros cuadrados. Consta de dos piezas, un baño de 2 metros cuadrados y el resto, donde está la mini cocina, el salón-dormitorio, separados por un biombo.
Mi cubo de la basura es más
pequeño que las bolsas que utilizo, las de 30 litros. Las que he usado toda la
vida. Ello me ha permitido reciclar.
Al principio todo va genial, la basura va cayendo en la bolsa holgadamente sin
estrecheces.
Poco a poco se va llenando, sin embargo, la bolsa solo está por la mitad. Entonces trato de aplastarla para que entre más y me pregunto porque no cambio el cubo por uno más grande o compro bolsas más pequeñas. No puedo cambiar el cubo por uno mayor porque no me cabe en el departamento destinado para ello. Y las bolsas más pequeñas me obligan a bajar la basura un par de veces al día.
Un puto dilema. Mi vida siempre ha sido así. Como ese cubo de basura más pequeño que las bolsas. El cubo siempre lleno, la bolsa medio vacía.
Allí donde he amado, no hubo correspondencia. Ella el cubo, yo, la bolsa medio vacía
Allí donde me amaron de verdad, no supe apreciarlo. Yo el cubo, ella la bolsa medio vacía
Hoy intento subsanar la situación. Quiero entregarme a quien perdí, para reparar el daño y para encontrar la justa correspondencia, aunque tenga que cambiar el cubo de la basura, o comprar bolsas más pequeñas.