sábado, 21 de enero de 2023

 CUERDAS DE AIRE

 

He pasado un puñado de años de mi vida atado a ti, encadenado a ti, como con cuerdas irrompibles y resistentes de alto rendimiento. Cuerdas concebidas para la competición, la máxima exigencia y el mejor amarre.

La nuestras, las cuerdas que nos ataban, eran cuerdas de aire, invisibles, evanescentes, de guata bordada, apenas imperceptibles.

Pero cuerdas, a fin de cuentas. Cuerdas que atan, cuerdas que unen, cuerdas que matan.

Uncido a ti he vivido tiempos vertiginosos, trepidantes, donde el valor de la vida no estaba en el tiempo ni en el espacio ni en la atadura tampoco. El valor de la vida en esos años estaba en la idea de que las cuerdas de aire, a la vez que firmes, seguras y resistentes, eran frágiles y duras como el diamante. Cuerdas que había que revisar cada día antes de lanzarte al abismo de la vida para cerciorarse de que el ensogado era perfecto y sin fisuras.

Revisar los nudos no era una tarea sencilla en la jungla de la vida diaria, donde en cada esquina te esperaba un lance, una tentación, una experiencia que te invitaba a vivirla con intensidad, como esos dulces deliciosos que se exhiben en la pastelería de la avenida real; la tarta de Santiago, el tiramisú, la tarta ópera. Pasteles de crema, las canelas… y toda clase de dulces que no puedes tomar porque tu azúcar en sangre, no te lo permite.

La vida te mostraba cada día la forma de romper tu atadura de aire con un nudo ballestrinque en cada muñeca. Sin embargo, fiel a tus sentimientos, agachabas la cabeza para que el nudo se mantuviera firme. A veces las muñecas se presentaban sangrientas por la presión de la cuerda. Curabas la herida sin aflojar la cuerda.

 Aquel jueves, el 24 de noviembre, la cuerda se rompió, No era tu deseo, pero, aun así, la cuerda de aire se esfumó, y, al hacerlo se llevó consigo todo lo vivido y lo soñado en esos años. Todo lo que fue y también lo que pudo haber sido.

Las heridas del ballestrinque sobre las muñecas, dejarán una huella imborrable, para siempre.

Cuanto mejor hubiera sido deshacerse de las ataduras y de los compromisos, de los sentimientos, del amor, de la pasión. Haberlo hecho a tiempo, no dejaría huellas imborrables ni experiencias vividas.

Soltar a tiempo es menos duro y menos doloroso que vivir atado por un sentimiento, aun cuando sea el amor.

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